domingo, 4 de mayo de 2014

LOS CABALLEROS BENEFACTORES DE LA CIUDAD SANTA




LOS CABALLEROS BENEFACTORES DE LA CIUDAD SANTA


        No pocas son las Ordenes que han insertado en sus nomenclaturas de grados, los de la Orden de los Caballeros Masones Elus+Cohens del Universo. Otro tanto lo han hecho adoptando la Doctrina de esta Orden y la han fijado en algún grado particular. Sin embargo, estamos en condiciones de afirmar categóricamente que la Orden de los Caballeros Masones Elegidos+Sacerdotes del Universo es única en su género y resulta vano en lo absoluto el tratar de vincularla con otras ordenes. De esta manera cualquiera de las “Ordenes Martinistas” que traten de vincularse con la filiación de Martinez de Pasqually, es un engaño. Por mucho que Louis Claude de Saint-Martin haya sido el inspirador “virtual” de la Orden Martinista moderna, este solo tiene valides, desde nuestro punto de vista solo cuando perteneció, tanto como secretario personal del Maestro, como cuando fue miembro regular al interior de la Orden de los Elus+Cohens. Cuando ya no lo es, ya no puede hablar a nombre de la filiación Cohens.

        Otra orden que ha servido de medio de confusión ha sido la de los Caballeros Benefactores de la Ciudad Santa, o conocido también como el Rito Escocés Rectificado de Willermoz. Rito Templario que adoptó en su último grado la doctrina entera de Martines de Pasqually. Estructura que resulta curiosa, ya que es muy difícil comprimir toda una estructura y sistema de enseñanza y practicas teúrgicas en un solo grado. A todas luces no resulta pensar que allí hay algo serio.

Estas dos Ordenes han tratado de convencer al mundo de los iniciados que sus respectivos orígenes se encuentran en el seno de la Orden de los Elus+Cohens, pero a la luz de la investigación rigurosa esto no es así. La única Orden que puede reclamar filiación de Martinez de Pasqually es la que se rige en estricto a sus Rituales, Nomenclatura de grados, estudio a su Doctrina y finalmente la aplicación del complicado sistema teúrgico tal cual como lo dictara el Maestro; y ello avalado por la documentación que saliera de la propia mano de Pasqually. Esto es definitivo.

El origen, fuente, creador e inspirador de Orden de los Elegidos+Sacerdotes del Universo es Martines de Pasqually. Su nacionalidad, origen, religión y su calidad espiritual y capacidades teúrgicas no nos son desconocidas. Hacia 1754 comienza una carrera de taumaturgo, sobre todo de teúrgo, imponiéndose en seguida como teósofo de gran talla y mago lleno de poderes extraordinarios. Su doctrina, de cuyo carácter cristiano no existe ninguna duda, se presenta como la clave de toda cosmogonía escatológica: Dios, la unidad principal, da voluntad propia a los seres «emanados» de Él: pero Lucifer, habiendo querido ejercer por sí la potencia creadora, cae víctima de su propia falta, arrastrando a determinados espíritus en su caída, y se encuentra aprisionado en una materia destinada por Dios para servirle de cárcel. Después, la Divinidad envió al hombre, andrógino de cuerpo glorioso, dotado de poderes inmensos, para que guarde a estos rebeldes y al mismo tiempo trabaje para su redención, siendo precisamente con esta finalidad como ha sido creado el hombre. Adán pecó a su vez y arrastró en su caída a la materia, por lo que se encuentra allí encerrado; habiéndose convertido en mortal físicamente, no puede hacer otra cosa sino intentar salvarse a sí mismo y a la materia. Esto lo puede lograr, con la ayuda de Cristo, por la perfección interior, pero también mediante operaciones teúrgicas, que Martines de Pasqually enseñaba a las personas que estimaba dignos de recibir su iniciación. Fundadas sobre un ritual minucioso, estas operaciones permiten al discípulo ponerse en contacto con las entidades angélicas, que se manifestaban en la cámara teúrgica bajo la forma de «pasos» rápidos, por lo general luminosos, representando la forma de caracteres o jeroglíficos, signos de los espíritus evocados por el operador, al que estas manifestaciones prueban que se encuentra en la buena vía de la reintegración.

Esta doctrina, destinada a una élite reunida bajo el nombre de Elegidos+Cohens (sacerdotes elegidos), va a conocer un gran éxito, pero las operaciones teúrgicas permanecerán siempre reservadas únicamente para los iniciados. Desde 1754 hasta su muerte (1774), Martines de Pasqually trabajó en la construcción de su Templo Cohen, y no utiliza a la francmasonería más que con objeto de que sirva de apoyo a su propio sistema. Hasta 1761 se le ve en Montpellier, París, Lyon, Burdeos, Marsella, Aviñón. Inició a Grainville y Champollion. En 1761 construyó su Templo particular en Burdeos, donde residió hasta 1766. En esta época, la Orden de los Cohens se presenta como un sistema de altos grados, colocado por encima de la masonería azul. La primera etapa de los grados comprende los tres simbólicos, a los que se añade el de Maestro-Perfecto-Elegido; a continuación vienen los grados Cohen propiamente dichos: Aprendiz-Cohen, Compañero-Cohen, Maestro-Cohen, Gran Arquitecto, Caballero de Oriente, Comandante de Oriente, y, finalmente, el último de los grados, la suprema consagración, el de Rosa-Cruz. En 1766, en París, Martinez de Pasqually instruye a Bacon de la Chevalerie y vuelve a Burdeos. En 1768, Willermoz recibe la iniciación del grado Rosa-Cruz de manos de Bacon de la Chevalerie. Saint-Martin, iniciado en los primeros grados hacia 1765. Se convierte en Comandante de Oriente. Martinez de Pasqually deja en el futuro «Filósofo Desconocido» una magnífica impresión. Los años de 1769 y 1770 ven multiplicarse a los grupos de los Elegidos-Cohens por toda Francia. Saint-Martin deja entonces su regimiento, a principios de 1771, para permanecer al lado de Martinez de Pasqually, en calidad de secretario, reemplazando en este puesto al abate Fournié. Data de esta época la puesta a punto de los rituales, así como la redacción del “Tratado de la Reintegración de los Seres”. En 1772, Saint-Martin recibe el grado de Rosa-Cruz, pero Martines de Pasqually parte el mismo año para Santo Domingo con el fin de hacerse cargo de una herencia, muriendo allí en 1774. A partir de 1776, los Templos Cohens de La Rochela, Marsella, Lihume, se integran en la Gran Logia de Francia. En 1777 el ceremonial está en desuso y conservándose sólo en algunos cenáculos, como París, Versalles, Eu. Por último, en 1781, Sebastián Las Casas, tercero y último Gran Soberano de los Elegidos-Cohen (sucesor de Caignet de Lester, fallecido en 1778), ordena la clausura de los ocho Templos que todavía reconocían su autoridad. Ni Caignet ni Las Casas desempeñaron nunca un papel de importancia. A pesar de este cierre oficial, los Elegidos+Cohens continuaron ejerciendo su teúrgia y procedieron a impartir iniciaciones. Por otra parte, las enseñanzas de Martines de Pasqually no se han perdido tampoco, gracias a la documentación original que se mantiene hasta el día de hoy.

El sistema masónico de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa, instituidos por el lionés Jean-Baptiste Willermoz, quien procede de una familia del Franco Condado, se dedicaba al trabajo de sedería por cuenta propia dirigiendo un próspero negocio. Desde la edad de veinte años se apasionó por la francmasonería. En 1753 funda la Logia de la Perfecta Amistad, y posteriormente, en 1760, desempeña un gran papel en la formación de la Gran Logia de los Maestros Regulares de Lyon, de la que llega a ser el Gran Maestro. Con ayuda de un médico amigo suyo, Pierre-Jacques, influido personalmente por el alquimista Dom Pernety, funda en 1763 el Capítulo Rosa-Cruz de los Caballeros del Águila Negra Rosa-Cruz. Es Bacon de la Chevalerie quien lo pone en contacto con Martinez de Pasqually en Versalles (1767), en donde recibe la iniciación en los primeros grados de la Orden de los Elus+Cohens. El mismo año representa a Martinez de Pasqually en la provincia de Lyon. Iniciado como Rosa-Cruz en 1768, Willermoz se hace gran amigo de otro Elus+Cohen, Louis Claudio de Saint-Martin, con el que mantiene una activa correspondencia a partir de 1771; Saint-Martin vendrá a verlo a Lyon entre 1773, siendo en esta ocasión cuando los dos hombres se ven personalmente por primera vez. Saint-Martin permanecerá en casa de Willermoz durante más de un año. Muy impresionado -lo mismo que Saint-Martin- por las enseñanzas teúrgicas de Pasqually, que les proporcionará de manera definitiva un cuadro dogmático. Dentro del plano teúrgico es necesario esperar muchos años antes de poder lograr manifestaciones o contactos con los planos invisibles. Por otro lado, se vio en la obligación de contribuir materialmente a mantener a Martinez de Pasqually. Pero permanecerá siempre fiel a su maestro, incluso después de la muerte de éste.

Cuando Pasqually deja Francia para dirigirse a Santo Domingo (el 6 de mayo de 1772), los Cohens lioneses un poco desamparados, se reúnen frecuentemente para intercambiar los conocimientos que él les impartiera y aclarar o profundizar determinados puntos. Willermoz nos ha dejado un voluminoso cuaderno manuscrito de Instrucciones a los Elegidos-Cohen (Instructions aux Elus Cohens), llamado también Conferencias de Lyon (Conférences de Lvon), conjunto de notas interesantes, permitiéndonos una mejor comprensión de esta teosofía, y fechadas entre 1774 y 1777. Una iniciativa de este tipo no parece, desde luego, una traición. Pero, en cambio, ¿no se podría interpretar de esta manera el intento de dar a las enseñanzas Cohen una dimensión masónica ecuménica? Porque precisamente es en esto en lo que Willermoz va a emplearse.






Bibliografía.


Antoine Faivre, L'Ésotérisme au XVIIIº siècle, París, Seghers, 1973. Trad. castellana de J. Florentino Díaz: El esoterismo en el siglo XVIII, Madrid, EDAF, 1976.

LAS FILIACIONES DESCONOCIDAS DEL RITO DE MEMPHIS-MISRAIM




LA FILIACION DESCONOCIDA
DE LOS
RITOS DE MEMPHIS Y DE MISRAIM


Trabajo de Investigación realizado
por: Eques ab Aquila Coronata
S. P. R+C VII°
 Heredom de Kilwinning
S:. I:. M:. M:.

         Si acaso muchos pensamos que el pasado siempre fue mejor, es porque tenemos razones fundadas para creer que es así.

         Una mirada a lo que actualmente constituyen estas Ordenes Masónicas, y que han proliferado en forma tan sorprendente a lo largo, sobre todo, de la última mitad del siglo XX en adelante, es lo que trataremos de analizar. Haremos esfuerzos por rescatar sus finalidades, sus ideas y su original estructura, las que han quedado, con el pasar del tiempo, en el más absoluto olvido y abandono.

         Culpable de ello ha venido en resultar una serie de mezclas ritualísticas, conocimientos desmembrados y desarticulados, más un total caos en lo referente a una identidad con la Doctrina e Ideales que persiguen estos Ritos.
        
Con estupor, constatamos desde hace mucho tiempo, como en algunas Logias se han introducido ideas y teorías que resultan tan lejanas y extrañas a la Masonería Universal. El teosofismo, el orientalismo semi-religioso, el ocultismo, el esoterismo barato y las técnicas psicologistas de la nueva era, han venido a ser el discurso reiterado de instructores, inculcándole a los recién iniciados que esos serían los temas que debe dominar todo “masón espiritualista”. Constatamos que en general, los Ritos de Memphis y Misraim se han alejado definitivamente de los propósitos que les dieron origen.

         ¿A qué se debe la introducción de tantas ideas, conceptos y teorías, tan lejos de la docencia masónica? Debemos responder que es por la ignorancia, la desinformación y la mala o nula preparación de sus maestros. Toda Orden Masónica que se precie de tal, más allá de todo tecnicismo y pergaminos, debe dedicar todos sus esfuerzos en descubrir y develar el significado, conocimiento y aplicaciones de las Herramientas Simbólicas en la conciencia de sus iniciados, y por medio de ellos en la sociedad profana. En el estudio y la meditación de su Simbolismo, la escrupulosa y correcta aplicación del Ritual, y en la observación de la Constitución, Reglamentos Generales y Particulares, y en la aplicación del Código de Justicia Masónico, es donde encontramos el campo donde la Orden Masónica desarrolla sus actividades.
        
Su trabajo dogmático y docente gira necesariamente sobre su centro, que está constituido por las Herramientas Simbólicas de cada uno de sus Grados y el estudio de sus respectivos Manuales de Instrucción, Catecismos y Rituales. Por tanto, toda conducta y enseñanza extraña a lo antes mencionado, puede llevar a presumir que una determinada Orden, solo actúa como una caricatura de lo que es la verdadera Masonería.
        
         No nos haremos cargo sobre quién es regular y quién no lo es, pues basta un análisis concienzudo a la historia de estas Filiaciones, para darnos cuenta en realidad, quien es quien. Mas bien nuestro estudio consiste en tratar de clarificar y por ende entender el porqué de tantas contradicciones que resultan tanto en la docencia, como en la estructura de estos Ritos.
        
Existe una visión mucho mas allá de lo que han visto hasta el momento quienes han tenido la responsabilidad de dirigir los esfuerzos y aspiraciones de los iniciados. Enredados en una cantidad sorprendente de grados masónicos, hasta ahora, la finalidad primera y última de muchas personas ha sido escalar lo mas alto posible esta estratosférica nomenclatura de grados. Muchos han logrado altos grados, pero es como si no los tuvieran, pues no se ve la correspondencia en el campo de la ética, la moral y la erudición. Ciertamente ello es motivo de un análisis que debe llevarnos necesariamente a una respuesta.

         ¿Cómo es posible que en una Orden con tantas posibilidades, los verdaderos buscadores, estudiosos e investigadores no encuentren claridad a sus inquietudes? La respuesta es muy simple; porque allí no se encuentra toda la Luz.
         La Ordenes Masónicas de Memphis y de Misraim pueden dar respuestas a un sin número de preguntas, sin embargo, no a todas. Existen disciplinas que escapan del todo a su influencia, dando paso a estructuras que hoy solo los más antiguos han escuchado nombrar alguna vez.
         Estas Ordenes se han desarrollado con mas fuerza en Francia, que en cualquier otro país, y de allí han pasado y se han extendido piramidalmente por todo el mundo. Sin embargo, en la medida que ha pasado el tiempo, las Doctrinas y antiguas estructuras iniciáticas que tuvieran en el pasado, como un viejo edificio, se han derrumbado y su trabajo ha disminuido hasta casi su total extinción.

         Las ideas modernas de sintetizarlo todo vino en deformar, podar y extinguir importantes Ordenes Iniciáticas por donde el Iniciado podía desarrollarse en forma segura y sin contradicciones como las que hoy conocemos. Si bien todos sabemos que el camino del Iniciado es largo, no todos logran comprender que es para toda la vida. Es así que de acuerdo a la evolución personal e intereses particulares de cada Iniciado, existió en la época de oro de estas Filiaciones Iniciáticas, todo un complejo y bien acabado sistema de Iniciación, en el que prácticamente quedaban incorporadas en un todo, cuanto el Iniciado estuviera en condiciones y tiempo de poder abarcar.
        
         El primer paso para conocer el mundo de la Iniciación, es desde el mundo profano.   El doctor Gerard Encausse, conocido por el nombre iniciático de “Papus”, representó en Francia a algunas interesantes Ordenes de Iniciación, como también lo hicieron sus herederos en la Gran Maestría, como fue el caso de Teder, Jean Bricaud, Constant Chevillón, Henri Dupont, Robert Ambelain y muchos otros que llegaron a constituirse en otros países y hasta el día de hoy.

         La persona profana que estuviera interesada en incorporarse en estas Ordenes de Iniciación no hacía mas que acercarse a lo que le estaba mas a mano, esto es, al “Grupo Independiente de Estudios Esotéricos” (grupo que tomó varios nombres pero con igual finalidad) o a la “Orden Masónica Oriental del Rito Antiguo y Primitivo de Memphis-Misraim”, orden que servía de base para todo un complejo aparato de iniciación. El Rito de Memphis-Misraim, permite el desarrollo del Iniciado tanto en la Masonería Simbólica, como en la Masonería Capitular y en la Masonería Hermética, aprovechando cada uno de sus conocimientos.
        
Cuando un Iniciado lograba la Maestría Masónica, entonces estaba en condiciones de solicitar su incorporación a la “Orden Martinista”, (aunque existe un tipo libre de Martinismo donde no es necesaria la iniciación masónica, pero donde la calidad de sus miembros es diferente por razones obvias; sumado a esto, que otras filiaciones son de tendencia rusa) donde el iniciado puede desarrollar todo un vasto campo relacionado con la espiritualidad cristiana. Esta Orden (francesa) consta de 4 Grados, que se llaman: I° Asociado, II° Iniciado, III° Superior Incógnito y IV° Superior Incógnito Iniciador.

         Si el Hermano no deseaba ingresar en el Martinismo, era libre de no hacerlo, y podía continuar su carrera masónica en los Grados Capitulares sin ningún problema.

         Una vez que el Hermano alcanzaba y era consagrado en el III° Grado Martinista, entonces podía solicitar su incorporación en la “Orden Kabalistica de la Rosa+Cruz”, orden que estaba dedicada exclusivamente al estudio de la kabala judía y cristiana. Esta Orden consta de tres Grados: 1° Bachillerato en Kabala, 2° Licenciado en Kabala y 3° Doctor en Kabala.  

Existe también otra vía; consistiendo esta, que cuando el Hermano había llegado al IV° Martinista le era posible su consagración en los Grados de la Orden del “Régimen Escocés Rectificado” de Willermoz que contempla los Grados de una caballería Cristiana y Templaria, donde descansa en su último grado, una síntesis  del sistema teúrgico de Martines de Pasqually.

Cuando el Hermano se encontraba, ya sea en el Grado 33° de la Masonería, o en el IV° Grado del Martinismo, le era posible solicitar su ingreso en la “Iglesia Gnóstica Universal” que contempla el estudio de la religión cristiana con el signo de la razón, la fe y la inteligencia. Sus Consagraciones son de Sacerdote, Presbítero, Obispo y Cardenal-Arzobispo de la Iglesia Gnóstica Universal. Quienes pertenecían al Alto Sínodo de la Iglesia Gnóstica Universal, eran también los Legados de la Orden Martinista y Miembros del Soberano Santuario de la Masonería. Por tanto, es claro que era imposible obtener el Grado 95° del Rito de Memphis-Misraim, a menos que participase de las estructuras paralelas; si alguien solo quería participar exclusivamente de la masonería sin asociarse a las Ordenes paralelas, solo podía acceder como máximo hasta el Grado 33°.

Por eso es que difieren absolutamente las capacidades cuando son medidas o comparadas entre un Hermano del Grado 95° de la antiguas estructuras, con un Hermano que recibe el mismo grado en la actualidad; efectivamente, no hay punto de comparación.
        
A nivel de Grandes Maestros de estas Filiaciones, también existe la incorporación a otras Ordenes, como es el caso de los Caballeros de Palestina, la Orden del Templo de Oriente y otras.

         Quizás algunos se sorprenderán, porque nunca escucharon hablar de semejantes cosas. Es allí donde está la explicación a cuanto hemos enumerado en un comienzo. Si alguno pretendió que lo único que era posible trabajar era una especie particular de masonería, en realidad se equivocó. Si alguno en su ignorancia y desconocimiento no sabía que para los iniciados existían otras alternativas de desarrollo, resulta lamentable. Si alguno mezcló cuanta doctrina, práctica y conocimiento en una sola orden, entonces solo cosecha el desorden y la confusión.

         Actualmente, como ya lo hemos insinuado, el poder de síntesis ha pretendido comprimir todo este inmenso cuerpo iniciático en una sola institución. Esto no es precisamente el resultado de una operación pensada e inteligentemente ordenada, sino por el contrario, es el resultado de una muerte anunciada, pues la sabiduría, la fuerza y la belleza fueron reemplazadas paulatinamente por sus respectivas antítesis. Veamos qué significa esto.
        
Durante muchos años, los estudiosos e investigadores de la Tradición Hermética Occidental (en algunos casos, que son la mayoría), y Cristiana, los Ritos de Memphis y de Misraim, no fueron más que solo una plataforma básica y elemental desde donde comenzar el estudio a las disciplinas que ocupaban a los estudiosos. El objetivo era que los miembros que trabajaren en cualquiera de las Filiaciones que analizamos someramente, tuviesen la “regularidad” que exigía la Orden más antigua de todas, esto es la Masonería Universal. Por tanto, se podría alegar cualquier discrepancias con las doctrinas que se estudiaban en las Ordenes superiores, pero no en cuanto al reconocimiento implícito que se debía tener de quienes participaban de ellas.

Era innegable que todos los miembros habían sido iniciados en los Grados masónicos de acuerdo a las fórmulas aceptadas por la masonería universal; por tanto, podrían surgir discrepancias, por ejemplo con el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, o con el Francés Moderno, con la Gran Logia de Francia, etc., pero solo en cuanto a un tecnicismo de regularidad; pero sin desconocer que las ceremonias por las cuales un profano se convierte en Masón, son las clásicas por las cuales es sometido cualquier persona y en cualquier Orden.

Si acaso un poder masónico reconoce a otro, técnicamente hablando, es asunto relativo, pues prima en todos los iniciados y en forma general, la idea de la Fraternidad y el concepto de una Masonería universal; la que puede llevar un nombre menos o un nombre mas, o bien puede llamarse con un nombre particular u otro. El resultado es el mismo. Todos por igual han pasado por las mismas ceremonias, y se reconocen universalmente con los mismos tocamientos, signos y palabras de reconocimiento (salvo muy pequeñas diferencias).
Una segunda razón de la necesidad de la Iniciación masónica, es que en las Ordenes Superiores se estudian algunos grados importantes de la masonería, sus leyendas y retejadores, lo cual implica necesariamente el hecho de estar iniciado en tales grados; lo contrario sería poco serio y se cometería una infidencia, que a nivel de Ordenes iniciáticas resultaría imperdonable.

Una vez establecido el Rito de Memphis-Misraim como la base sobre la que se sustenta todo el edificio iniciático que venimos analizando, este se convierte, como lo dijéramos ya, en un sendero obligado por recorrer. Ahora bien, la diferencia en relación a otros Ritos masónicos, consiste en que en este, los Grados se otorgan en periodos breves de tiempo, como es el caso de Robert Ambelain, quien fuera Gran Hierofante de este Rito, demoró alcanzar desde el primero al último grado (1º - 95º), solo cinco años. Otro caso lo constituye el de Spencer Lewis, quien es exaltado en un muy breve espacio de tiempo hasta el grado que le permite participar del Soberano Santuario de Alemania; el que es exaltado por el mismísimo Teodoro Reuss (Peregrinos), el mismo que consagró también y le dio plenos poderes para constituir un Soberano Santuario para Francia a Jean Bricaud. Esto es solo una muestra, porque podríamos citar unos cuantos casos más. Sin ir más lejos, el Hermano León Tournier, recibió todos los grados superiores al de Maestro Masón por correspondencia, esto es, el 18°, el 30°, el 33°, el 90°, y finalmente el 95°. Si tuviéramos que hilar aún más fino, nos daríamos cuenta que el Hermano Tournier nunca fue iniciado en el Rito de Memphis-Misraim en forma ceremonial, porque la iniciación hasta el tercer Grado la recibió bajo los auspicios del Gran Oriente Español que trabajaba en Paris. De igual manera, también Tournier,  otorgaba los Altos Grados de la masonería, por correspondencia. Sin embargo, nadie queda inhabilitado desde el punto de vista masónico pues existieron ceremonias de por medio en unos casos, y en los otros, permisos y dispensas autorizadas.
        
         En la actualidad los Ritos de Memphis y de Misraim han venido del todo a menos, ya que olvidando su brillante pasado, solo han quedado relegados a una simple masonería que busca su doctrina sin poder hallarla. Esto puede ser explicado, dado a que por circunstancias un poco largas de analizar, las Ordenes altamente iniciáticas se fueron quedando desamparadas por lo escaso que resultaban de conseguir los Iniciados de “alto vuelo”. Los estudiosos e investigadores que existieron en los tiempos de Papus (quien escribió cerca de cien libros y dirigió algunas revistas de publicación esotéricas), Bricaud (que escribió varios libros y dirigió publicaciones oficiales de las ordenes que representaba), Chevillón (que también escribió algunos textos y trabajos de investigación), Chaboseaux (que escribió varios tratados), Stanislas de Guaita (cuyo aporte al conocimiento serio del Ocultismo en obras de sumo interés tales como “Ensayo sobre las Ciencias Malditas”), etc., comenzaron a desaparecer y se hicieron cada vez más escasos. Las Ordenes también en forma paulatina comenzaron a abatir sus columnas esperando que quizás con el tiempo, surgiera una nueva era de estudiosos e investigadores de la Tradición Hermética Occidental y Cristiana, que posibilitaran nuevamente el despertar a los antiguos Egrégores dormidos.
        
En las décadas recientes, muchas personas de gran valer han pasado por los Ritos egipcios, sin embargo estos Ritos por si solos no han tenido la capacidad de interesar a los que buscan una aproximación a la verdadera Luz. A lo más, solo han visto en su trabajo una añoranza de tiempos lejanos que dieron prestigio, sabiduría y ciencia a los que enfrentaban el desafío del camino a la Alta Iniciación.

         Hoy, los iniciados buscan de Rito en Rito, algún eco de aquellos otros tiempos que le dieron gloria al Saber. No hay que extrañarse por tanto,  que muchos incapaces y osados ocupen las dignidades y sitiales que ocuparon hombres e iniciados notables, tales como René Guénon, Victor Emile Michelet, Josephin Péladan, Chamuel, Stanislas de Guaita, Albert Poisson, Barlet, Pólit, Gary de Lacroze, Coronel de Rochas, Paul Adam, Lemerle, Paul Sédir, Marc Haven, Abel Haatan, Selva, Agustín Chaboseau, Phaneg, Dr.Rozier, Jollivet Castelot, Serge Basset, solo por citar algunos franceses. La lista sería muy larga si acaso incluimos a notables estudiosos repartidos en muchos países del mundo.

         Quizás, y como los tiempos son cíclicos, nos queda la posible esperanza, que una nueva Aurora Dorada surja desde las tinieblas, para constituirse nuevamente en la promesa de un nuevo amanecer.


Nota:

         Cabe consignar en este esquema y como una forma de reafirmar lo antes señalado, que el 9 de mayo de 1898 se firmó un Tratado de Alianza entre la Orden Martinista y la Orden de los Illuminatis, unificando esfuerzos para lograr en conjunto sus Ideales comunes.
        
Que en 1911 se firmó un Tratado de Alianza entre la Orden Martinista de Papus y la Iglesia Gnóstica Universal, transformándose esta en la Iglesia Oficial del Martinismo.
        
También se integraron en pactos de trabajos unificados, los Ritos masónicos: Escocés Cerneau, Early Grand, Swedenborgiano y Memphis-Misraim, los que en conjunto constituyeron un Supremo Gran Consejo de Ritos Confederados.